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COMISIÓN DE PASTORAL PROFÉTICA

OBJETIVO: PROMOVER Y ORIENTAR EN NUESTRA DIÓCESIS EL PROCESO DE EVANGELIZACIÓN QUE  PONGA EN CONTACTO CON JESUCRISTO VIVO, PARTIENDO DE LA INICIACIÓN CRISTIANA Y CONTINUANDO DURANTE LA VIDA CON LA CATEQUESIS PERMANENTE PARA FORMAR VERDADEROS DISCÍPULOS Y MISIONEROS CAPACES DE VIVIR EN COMUNIDAD, TRANSFORMAR LA REALIDAD PRESENTE Y GENERAR UNA CULTURA CON LOS VALORES DEL REINO.

  • DIMENSIÓN DE EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS
  • DIMENSIÓN PASTORAL BÍBLICA
  • DIMENSIÓN DE MISIONES
  • DIMENSIÓN MEDIOS DE COMUNICACIÓN
  • DIMENSIÓN DE COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE

RENOVAR COMUNIDADES VIVAS Y FRATERNAS, REFLEXIONANDO LA REALIDAD DESDE LA PALABRA DE DIOS PARA CONSTRUIR LA IGLESIA QUE TENGA OPCIÓN POR LOS NECESITADOS Y ALEJADOS.

  • DIMENSIÓN PASTORAL EDUCATIVA

BUSCA PARTICIPAR ACTIVAMENTE EN LOS PROCESOS EDUCATIVOS DE LA DIÓCESIS A TRAVÉS DE LOS EDUCADORES CRISTIANOS,  PARA QUE  VIVAN SU VOCACIÓN, DESDE LA PERSPECTIVA DEL DISCIPULADO MISIONERO UNIDOS A LA COMUNIDAD DIOCESANA, DESDE SU SITIO DE TRABAJO, CON LA MAYOR CALIDAD PROFESIONAL POSIBLE Y CON UNA PROYECCIÓN APOSTÓLICA DE SU FE QUE DEJE FRUTOS DE VIDA NUEVA EN NUESTROS NIÑOS Y JÓVENES.

ILUMINACIÓN.

1. La evangelización es “la misión esencial de la Iglesia… ella existe para evangelizar” (EN, 14). La Iglesia loa sabe, por lo que hace suyas las palabras del apóstol Pablo: “predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor 9,16).

2. La evangelización, en sentido estricto, consiste en anunciar la Buena Noticia, por medio de la proclamación del Evangelio y del testimonio cristiano, a los hombres situados históricamente, para que se conviertan y sean liberados. La evangelización, en sentido amplio, se refiere a toda actividad que realiza la Iglesia para hacer presente el Reino de Dios. Por eso, también se dice que la evangelización es una “realidad rica, compleja y dinámica” que no puede encerrarse en una definición “sin empobrecerla e incluso mutilarla” (EN, 17). El objetivo de la acción evangelizadora de la Iglesia es servir al proyecto de Jesús: el Reino de Dios. La Iglesia busca la consecución de este objetivo continuando la acción pastoral de Jesús, a través de los ministerios profético, litúrgico y de caridad.

Las fuentes de la pastoral profética

3. Aparecida pone al centro de la evangelización la Palabra viva de Dios; por eso “se hace necesario proponer a los fieles la palabra de Dios como don del Padre para el reencuentro con Jesucristo vivo, camino de auténtica conversión, de renovada comunión y de fraternal solidaridad”. (D. A. 248).

4. “Este  ministerio profético debe nutrirse de la Palabra de Dios en la Biblia, leída e interpretada en la Iglesia y celebrada en la comunidad” (SD,33); en la Tradición, cuya alma es el Espíritu Santo (LC, 33) y que, con la Sagrada Escritura, constituye los cimientos del pueblo de Dios (LG, 38); y en el Magisterio, “que bajo la asistencia del Espíritu Santo interpreta auténticamente la Tradición y la Escritura” (DV, 10; LC, 38). La pastoral profética supone un proceso: suscitar la fe, hacerla madurar e integrarla en la comunidad donde se vive y actúa. Se realiza a través del primer anuncio o kerigma, la catequesis y la acción profética dentro de la comunidad.

5. La pastoral profética tiene como tarea “poner a Cristo en el corazón y en los labios de todos los hombres, a través de la predicación, para que pueden salvarse” (SD, “discurso inaugural”, 5, citando Rm 10, 13-18). La palabra kerigma viene del griego keryssein, que significa: proclamar o anunciar. El primer anuncio consiste en anunciar con palabras y hechos las intervenciones salvíficas de Dios en la historia, coronadas por el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo (Hch 2, 14-39), en orden a suscitar la conversión básica, es decir,  el reconocimiento de Cristo como Señor y la conversión inicial a los valores del Evangelio (CT, 19; DCG, 17).

6. “Desde la situación generalizada de muchos bautizados en América Latina, que no dieron su adhesión personal a Jesucristo por la conversión primera, se impone, en el ministerio profético de la Iglesia, de modo prioritario y fundamental, la proclamación vigorosa del anuncio de Jesús muerto y resucitado…, raíz de toda evangelización, fundamento de toda promoción humana y principio de toda auténtica cultura cristiana” (SD, 33). La catequesis supone la conversión, fruto  del kerigma, y cuando la conversión no se ha dado o necesita renovarse, la catequesis debe incluir el primer anuncio (SD, 41), para luego profundizar en la fe que nos viene de la Palabra de Dios, de la Tradición, del Magisterio y de la vida misma de la Iglesia.

La catequesis

7. La palabra catequesis viene del griego katejein: hacer resonar, instruir, enseñar oralmente. “consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe” (DP, 977); busca el desarrollo de la fe incipiente, fruto del primer anuncio, capacitando básicamente a los cristianos para entender, celebrar y vivir el Evangelio del Reino” (Episcopado Español, La catequesis de la comunidad, 1983, 34).  “Las condiciones actuales hacen cada día más urgente la acción catequética bajo la modalidad de un catecumenado, para un gran número de jóvenes y adultos“ (EN, 44). La catequesis debe ser una de las tareas prioritarias de la pastoral de la Iglesia. En la medida que sea intensificada, se consolidará la vida interna de la comunidad de creyentes y su impulso misionero (CT, 15).

8. El fin último de la catequesis, como parte de la misión profética de la Iglesia, es conducir a la madurez integral de la fe. Dicha madurez no se logra sólo mediante un curso intensivo de catequesis o en una sola etapa de la vida; es indispensable un proceso gradual y sistemático, por eso, “nuestra catequesis ha de tener un itinerario continuando que abarque desde la infancia hasta la edad adulta, utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación” (SD, 49). También es necesario armonizar la catequesis ordenada y sistemática con la catequesis ocasional de los diferentes momentos celebrativos y dolorosos de la vida personal, familiar, parroquial, eclesial y social.

9. La catequesis debe estar en armonía con las demás formas de pastoral de la Iglesia. Por una parte, la catequesis debe iniciar a la vida de oración personal, litúrgica, comunitaria, misionera y de compromiso social; por eso, es muy importante atender a las dimensiones kerigmática, litúrgica, comunitaria, misionera, social y vocacional de la catequesis (SD, 49-50.80).  por otra parte, las demás acciones pastorales de la Iglesia, bien realizadas, son una verdadera catequesis en cuanto favorecen la profundización viva de la fe (CIC, 6). No podríamos tener madurez cristiana individual y comunitaria sin la catequesis, ni una buena catequesis sin las demás tareas de la pastoral.

La acción profética dentro de la comunidad.

10.  La comunidad cristiana es el lugar más propicio, el agente principal y la meta de la catequesis. Es el lugar más propicio porque recibe a los nuevos miembros de la Iglesia y los acompaña a través de los diferentes momentos y etapas de la vida hacia la madurez de la fe (Mensaje del Sínodo de los obispos, 1977, 13; Episcopado Español, 1c., 253.266). Es el agente principal porque toda la comunidad es la responsable de la catequesis, según los diferentes carismas recibidos; y porque es la formadora de los nuevos catequistas (1ª. Semana latinoamericana de catequesis,  Quito, 1982, 13). Es la meta de la catequesis porque está al servicio de la comunidad eclesial en cuanto que inicia a la vida de comunidad en la escucha de la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos, la vivencia del amor fraterno, el reconocimiento de los carismas, la promoción de los diferentes ministerios y el envío misionero. Además de iniciar a la vida de comunidad, la catequesis fortalece el sentido de pertenencia, el conocimiento y el amor a la Iglesia; un amor que compromete a la renovación de la comunidad eclesial para que resplandezca como signo de la presencia del Reino de Dios entre todos los hombres y que impulsa a ser fermento cristiano en la sociedad (DP, 992).

11. Además del primer anuncio y de la catequesis, hay otras formas de servicio a la Palabra que, dentro de la comunidad, buscan sostener, profundizar y ayudar a vivir la fe. La Homilía, que es el servicio de la Palabra dentro de la acción litúrgica, proclama las maravillas de Dios en la historia de la salvación, se inspira en los textos sagrados y tiene presentes las necesidades de los oyentes. La teología que consiste en desarrollar la inteligencia de la fe (SD, 33). La profecía, o la función profética, que consiste en iluminar e interpretar los signos de los tiempos, para descubrir en ellos la voluntad salvadora y liberadora de Dios: anuncia la presencia del Reino, denuncia las situaciones que retrasan su crecimiento y alienta el compromiso de los cristianos para establecerlo (DP, 49-61). “Por nuestra adhesión radical a Cristo en el Bautismo nos hemos comprometido a procurar que la fe, plenamente anunciada, pensada y vivida, llegue a hacerse cultura”… y llegue así a “situar el mensaje evangélico en la base de su pensar, en principios fundamentales de vida, en sus criterios de juicio, en sus normas de acción” (SD, 229).

12. “La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación para que vivamos en comunión” (DP, 1063). “Sabemos que nos encontramos en la nueva cultura de la imagen, y que el mensaje evangélico debe inculturarse en esta cultura y llegar así a hacerla expresiva de Cristo, la máxima comunicación” (SD, 279). “Los catecismos son subsidios muy importantes para la catequesis; son a la vez camino y fruto de un proceso de inculturación de la fe” (SD, 49).

Los agentes de la pastoral profética

13. Los agentes de la pastoral profética son: los obispos, los sacerdotes, los religiosos y religiosas y los laicos (DCG, 133; Sínodo, 1977, 14; CT, 62-66). La solicitud por la pastoral profética en general, y en particular por la catequesis, corresponde a todos los miembros de la Iglesia: fieles laicos, religiosos y pastores, según sus carismas y ministerios; a las instituciones como la familia, la escuela católica, la parroquia y la diócesis; a los grupos apostólicos, comunidades eclesiales de base, movimientos y asociaciones (GPC, 70).

14. Los pastores tienen la obligación “propia y grave” de que la catequesis realmente sea viva, explícita  operativa (CDC, 733). Concretamente la solicitud del obispo por la catequesis se manifestará en transmitir personalmente la doctrina viva, promover la dirección global de la catequesis, suscitar y mantener una buena mística de la catequesis, que se encarne en una organización eficaz (CT, 63). Los sacerdotes como “educadores de la fe”, deben dedicarse personalmente con celo y creatividad a la catequesis. “No permitáis que por una cierta falta de celo… los fieles se queden sin catequesis. Que no se pueda decir: “los pequeñuelos piden pan y no hay quien lo parta” (CT, 64). Los sacerdotes también deben velar por la formación permanente y cualificada de los catequistas.

15. Los padres de familia son los primeros que tienen la obligación de “formar a sus hijos en la fe y la práctica de la vida cristiana, mediante la palabra y el ejemplo” (CDC, 744, 2). “La educación de la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia” (CIC, 2226), de tal manera que inicien a sus hijos en la oración personal y comunitaria, en el amor cristiano y el compromiso social, y trabajen en la formación de la conciencia moral. La catequesis familiar es insustituible y es tan importante, que precede, acompaña y enriquece cualquier otra forma de catequesis (CT, 8.68). La catequesis familiar, más que transmitir contenidos, introduce a sus miembros, y en especial a los pequeños, en un ambiente de vida propio de una familia cristiana.

16. Los religiosos y religiosas han de tener una esmerada formación catequética según sus propios carismas, y dedicarle al máximo sus capacidades y recursos, con una presencia activa en los proyectos pastorales diocesanos y en estrecha colaboración con los pastores y los laicos (DCG, 115; SD, 93).

La formación de agentes            

17. Para cumplir esta tarea ineludible de la Iglesia que es la predicación de la Palabra en todas sus formas, es absolutamente indispensable la formación de dichos agentes (Rm 10, 14-15); en ella han de poner los pastores su máximo interés (DCG, 110-115; Guía pastoral para la catequesis en México, CEDEC, 1992, 153-165; SD, 240). Se han de cuidar de manera especial los seminarios y casas de formación, puesto que allí se forman quienes han de promover, a su vez, la formación de los demás (CDC, 780; DCG, 110.115; DP, 1003).

18. La formación de los catequistas es una tarea prioritaria en la pastoral y de máxima importancia para los pastores; dicha formación debe ser integral, adecuada, permanente y en todos los niveles. La Nueva Evangelización nos pide un nuevo estilo de catequistas que, con una renovada espiritualidad, manifiesten la santidad de vida mediante un nuevo ardor apostólico (SD, 32.45.124); catequistas que han optado por Cristo y aceptan en su vida personal y en las estructuras eclesiales, la vida y el estilo desafiante de Cristo pobre (SD, 178); catequistas en formación permanente, con “un sólido conocimiento de la Biblia” (SD, 49), del Magisterio y de la Tradición, capaces de trabajo en equipo, integrados a la comunidad y a la pastoral de conjunto; que sean agentes de comunión y de servicio transformador, insertados en la vida eclesial y social, testigos cualificados, maestros competentes de la verdad, educadores de personalidades humanas y cristianas con visión de futuro, con la alegría y el fervor de los santos, con el ejemplo, la pedagogía y la protección de Santa María de Guadalupe.

19. Además de la formación de agentes, es urgente tener las estructuras y organizaciones necesarias para realizar adecuadamente la tarea evangelizadora (DCG, 125-126). Cada tarea pastoral, con sus diferentes formas, debe contar con ellas, y con los elementos personales y materiales necesarios que den soporte y dinamismo a su acción (CT, 15). Estas estructuras y organizaciones, como instrumentos al servicio de la acción evangelizadora, son indispensables en las necesidades concretas que el mundo y la misión de la Iglesia plantean (DP, 2779.2828-2829). “Debemos  ser audaces para utilizar los medios que la técnica y la ciencia nos proporcionan, sin poner jamás en ellos nuestra confianza” (SD, 29).