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COMISIÓN DE VOCACIONES-MINISTERIOS

OBJETIVO: PROMOVER  VOCACIONES A LA VIDA CONSAGRADA Y ACOMPAÑAR A LOS LAICOS COMPROMETIDOS, SEMINARISTAS, RELIGIOSAS(OS) Y PRESBÍTEROS EN LA FORMACIÓN PERMANENTE INTEGRAL, DE TAL MANERA QUE RESPONDAN MEJOR A SU VOCACIÓN DE DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE CRISTO  EN LA DIÓCESIS DE HUEJUTLA.

  • DIMENSIÓN  FORMACION PERMANENTE DEL CLERO

FAVORECER  EN EL PRESBITERIO DE LA DIOCESIS LA CONCIENCIA Y EL COMPROMISO.

  • DIMENSIÓN VIDA CONSAGRADA

VIVIR, FORTALECER Y COMPARTIR NUESTRO SER Y QUEHACER, EN ESTA DIOCESIS DE HUEJUTLA, PARA QUE INSERTAS EN ESTA REALIDAD COLABOREMOS EN LA PASTORAL DIOCESANA Y SEAMOS SIGNO VISIBLE DEL REINO DE DIOS.

  •  DIMENSIÓN VOCACIONAL

MOTIVAR A LOS(AS)  JOVENES CON GERMEN VOCACIONAL Y ACOMPAÑARLOS, LOGRANDO UN ENCUENTRO SIGNIFICATIVO CON CRISTO VIVO PARA UNA OPCION RADICAL EN SU SEGUIMIENTO, TRANSMITIENDO LA ALEGRIA DE SER DISCIPULOS MISIONEROS EN NUESTRA DIOCESIS DE HUEJUTLA.

  • DIMENSIÓN SEMINARIO

CONFIGURAR VERDADEROS PASTORES A EJEMPLO DE JESUCRISTO, CABEZA Y PASTOR, SIERVO Y ESPOSO DE LA IGLESIA, MAESTRO Y SACERDOTE, PARA EJERCER EL MINISTERIO DE ENSEÑAR, SANTIFICAR Y REGIR AL PUEBLO DE DIOS.

VOCACIONES Y MINISTERIOS

VIDA CONSAGRADA

“La Vida Consagrada, don del Espíritu Santo a su Iglesia”

Sabemos que la vida consagrada, como don del Espíritu Santo a su Iglesia y que pertenece a la vida íntima y la santidad de la Iglesia, nos pide dar un testimonio auténtico de entrega.

Queremos ser signo profético del valor supremo de la comunicación con Dios entre los hombres y testimonio de que el mundo no puede ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el Espíritu de las Bienaventuranzas.

Queremos profundizar más en nuestro ser y quehacer en la Iglesia, reinterpretando los carismas en el contexto de las nuevas necesidades y de la inserción en el conjunto de la pastoral diocesana.

Creemos que la Vida Consagrada con su testimonio hace presente en el mundo la fuerza del Evangelio y manifiestan la santidad de la Iglesia.

Reconocemos que debemos vivir nuestra consagración religiosa con una expresión alegre y manteniendo un mensaje de vida que pueda entrar en el corazón de los hombres y mujeres el sentido y el deseo de lo eterno.

Deseamos que la pastoral orgánica diocesana integre nuestros carismas y valores la oración de las religiosas contemplativas como el aporte a la construcción del Reino en nuestra Diócesis de Huejutla, Hgo.

Queremos encontrar en todas las comunidades religiosas, disponibilidad y apertura desde su propio carisma, hacia el plan de pastoral y que exista una mayor comunicación e intercambio entre agentes de pastoral y religiosas.

Sabemos que los consejos evangélicos tienen una profunda dimensión pascual, ya que supone una identificación con Cristo en su muerte y resurrección. En la vivencia de esto valores irradiaremos los valores del Reino, glorificaremos a Dios, animaremos la comunidad eclesial e interpelaremos a la sociedad.

Queremos dar testimonio de pobreza, como anuncio de nuestra donación a Dios y denuncia de quienes sirven al dinero y al poder. Espíritu de pobreza que nos lleve a poner efectivamente al servicio de los demás los bienes que tenemos.

Queremos dar testimonio de castidad, como presencia del amor de Cristo, viviendo en la entrega a Dios  a nuestros hermanos los pobres. Espíritu de castidad que sea un testimonio de los valores del Reino por los cuales hemos optado y dedicado la vida entera.

Queremos dar testimonio de obediencia, como expresión de la comunión con la voluntad salvífica de Dios, en total actitud de disponibilidad y denuncia de todo proyecto histórico que no haga crecer al hombre en su dignidad de Hijo de Dios.

FORMACIÓN PERMANENTE INTEGRAL

Como todo ser humano, el sacerdote es sensible a la exigencia de desarrollo, a este llamado de la Naturaleza a “ser más”. Para el sacerdote existe, además, la necesidad de crecer como tal, basada en su específica identidad, vocación y misión. Tal crecimiento requiere de una Formación Sacerdotal Permanente (P.O. 14.22; PDV 70).

IDENTIDAD, VOCACIÓN Y MISIÓN DEL SACERDOTE.

Una sana y posta Formación Permanente implica tener una clara conciencia de quién se es (Identidad), a que se está llamado (vocación)  hacia dónde se es proyectado, teniendo en cuenta que vivir en comunión es la meta de toda vida realizada (misión). La identidad no puede reducirse a su imagen, ya se física, psicológica o social. Cuando esto sucede, se pasa ´por alto el elemento más decisivo, para la identidad sacerdotal: el amor y la misericordia de Dios, única explicación del ser sacerdotal. En cambio, la verdadera identidad sacerdotal tiene su fuente en la Santísima Trinidad: El Sacerdocio nace del amor  del  Padre, de la gracia de Jesucristo y del don de la unidad del Espíritu Santo. La vida  y el ministerio del Sacerdote son continuación de la vida y de la acción del mismo Cristo; de esta manera, su identidad verdadera consiste en ser una continuación del mismo Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: el sacerdocio de Cristo constituye la única fuente  el modelo insustituible de nuestro sacerdocio. Somos, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación Sacramental de Cristo Cabeza y Pastor. Esta es nuestra identidad, y nuestra verdadera dignidad, la fuente de nuestra alegría, la certeza de nuestra vida (PDV 12. 15. 16. 18). De tal identidad y vocación se  desprende la misión de actuar “en persona de Cristo Cabeza”, participando de un modo específico de la misión de Cristo Cabeza y Pastor. (PDV 18. 13 16. 17. 37)

SACRAMENTO DEL ORDEN, CARIDAD PASTORAL Y FORMACIÓN PERMANENTE.

La formación permanente encuentra su propio fundamento y su razón de ser original en el dinamismo del Sacramento del Orden, pues es mediante la consagración como el sacerdote se configura con Cristo en cuanto Cabeza y Pastor de la Iglesia (PDV 20.21).

De esta manera, la Formación Permanente viene a ser una exigencia inherente al don del ministerio sacerdotal recibido. Por eso todo sacerdote está llamado a la formación permanente en razón del “don de Dios”. (cfr. 1Tim 4, 14-16; 2 Tim 1,6) que ha recibido con la ordenación sagrada, a fin de vivirlo con renovado amor y fidelidad. Siendo esta vivencia don de la Gracia, debemos comprender que la formación permanente es obra conjunta de nuestra decisión humana libre y consciente, y de la caridad que infunde en nosotros el Espíritu Santo y que es participación de aquella Caridad con la que Cristo Buen Pastor, da la ida por sus ovejas. La Caridad pastoral es el alma de la Formación Permanente (PDV 22. 70).

La caridad Pastoral es la participación de la de Cristo mismo. Es la virtud que anima al presbítero en cuanto configurado con Cristo Cabeza  Pastor. Es un Don de Dios y una tarea a realizar. El contenido de esta caridad es la  total e ilimitada donación de si mismo a la Iglesia. Esta  Caridad tiene su fuente especifica en el Sacramento del orden, pero encuentra su expresión plena y su alimento en la Sagrada Eucaristía, centro  y raíz de toda vida sacerdotal, de suerte que el sacerdote se esfuerce en reproducir en sí mismo lo que hace sobre el ara del Sacrificio, o sea, el don total de Cristo a su Iglesia. Esta Caridad necesita ser cultivada, intensificada y profundizada en la vida del sacerdote para que éste viva  una comunión cada vez más profunda con los sentimientos y actitudes de Cristo pastor. Esto es función de la Formación permanente. (PDV 21-13. 57.58).

CONSAGRACIÓN Y MINISTERIO PERMANENTES: 

FORMACIÓN PERMANENTE.

El Sacerdote, configurado con Cristo Cabeza y Pastor de la Iglesia, es enviado de forma permanente, como permanente es su consagración. La formación Permanente es, en este sentido, la respuesta fiel  continua al llamado constantemente renovado del Maestro, hasta la muerte, identificándose, con la fidelidad al ministerio sacerdotal, que brota de una continua conversión. Es un compromiso con Cristo, en coherencia con el propio ser sacerdotal  y compromiso de amor y de justicia con el pueblo de Dios. Su finalidad es hacernos cada día más conscientes, estar mejor preparados y realiza cada vez con mayor fidelidad y eficacia el ministerio que nos configura a Cristo Pastor y nos hace participar de su misión. (PDV 42. 70. 73)

DIMENSIONES DE LA FORMACIÓN PERMANENTE:

  • HUMANA           ESPIRITUAL        PASTORAL          INTELECTUAL

FORMACIÓN PERMANENTE EN CUALQUIER EDAD Y SITUACIÓN.

ORGANIZACIÓN:

  • 3 GRUPOS GENERACIONALES

EL SEMINARIO, COMUNIDAD ECLESIAL DE FORMACIÓN SACERDOTAL

La Iglesia es continuadora de la Misión de Cristo (cfr. DA 30-32) a través de la multiplicidad de carismas y ministerios que el Espíritu otorga libremente a quién Él desea (cfr. 1Co 12,12), por ello, “tiene el deber  el derecho propio y exclusivo, de formar a aquellos que se destinan a los ministerios sagrados” (CIC 232).

Para iniciar el camino de formación de los futuros presbíteros, el Espíritu ha suscitado la institución de los seminarios, comunidades eclesiales que reviven la experiencia de los apóstoles reunidos en torno a Jesús Resucitado (cfr. A. n. 316; OT 4; PDV 60).

Así, el seminario es una comunidad educativa animada y guiada por el obispo donde los convocados reviven en la Iglesia la experiencia vital y formativa de la comunidad apostólica. Esta experiencia eclesial tiene como finalidad proporcionar una formación estrictamente sacerdotal orientada a la configuración con Cristo Buen Pastor.

El seminario, para alcanzar este fin, ofrece una formación inicial, integral y gradual a fin de favorecer el pleno desarrollo de la personalidad humana, cristiana y sacerdotal de los candidatos al sacerdocio, a través de una esmerada formación humana, espiritual, intelectual y pastoral  (cfr. DP 875; PDV 61; DA 319).

Además, el seminario tiene personalidad jurídica; por lo tanto, debe erigirse canónicamente, y su representante es el rector (cfr. CIC 238)

DIMENSIONES DE LA FORMACIÓN

La formación de los futuros sacerdotes persigue la madurez de los mismos (cfr. DA 319) a través de la interacción dinámica de las dimensiones humana, espiritual, académica y pastoral en la vida del seminarista.

DIMENSIÓN HUMANA

La formación humana es el fundamento indispensable de toda formación sacerdotal. El seminario procura la formación gradual de los hombres responsables y equilibrados, capaces de obrar libremente, ecuánimes, aptos para tomar decisiones bien ponderadas, virtuosos y disciplinados, que se esfuercen por reflejar en sí mismos la perfección humana que brilla en el Hijo de Dios hecho hombre y que se transparenta en su actitudes, a fin de que sirvan de puente y no de obstáculo a los demás en el encuentro con el Redentor del hombre, Jesucristo (cfr. OT 11; PDV 43; DA 321 y 322).

Sin una adecuada Formación Humana, toda formación Sacerdotal estaría privada de su fundamento necesario. El candidato al Sacerdocio esta llamado por Dios a una justa, necesaria madurez y realización de sí mismo.

Objetivo: que el seminarista, con su participación responsable, el diálogo y el acompañamiento de los formadores, adquiera la perfección humana que brilla en el Hijo de Dios, cabeza y pastor, para que la transparente con singular eficacia en su actitudes hacia los demás.

DIMENSIÓN ESPIRITUAL

La formación Espiritual se propone educar en la relación y comunión con Dios y con los semejantes. La vida espiritual del que se prepara para este ministerio está dominada por la búsqueda de Jesús en los Sacramentos de la Iglesia y así llegar a la estatura de la nueva vida en Cristo (cfr. DA 281). Dicha formación necesita ser asumida como un proceso orientado al crecimiento y madurez integrales del seminarista-como hombre, como cristiano y como futuro sacerdote.

Objetico: que los  alumnos se identifiquen con Cristo, Cabeza de la Iglesia, profeta, sacerdote y servidor, a través de un seguimiento radical a su persona y a su Evangelio, bajo la guía del Espíritu Santo, persuadidos de que el ministerio pastoral, fiel e incansablemente cumplido, será la fuente primera de su santificación.

DIMENSIÓN ACADÉMICA

La formación intelectual es exigida por la misma naturaleza del ministerio ordenado. El mismo exige un crecimiento interior, y el desarrollo de la actitud pastoral ante los retos de la Nueva Evangelización en la perspectiva del Tercer Cristiano. La formación intelectual debe estar en armónica y constante relación con el crecimiento humano, espiritual y pastoral como una pasión por la verdad y capaz de establecer un diálogo evangelizador.

Objetivo: adquirir un conocimiento amplio y sólido de las ciencias sagradas y de una cultura general en consonancia con nuestro tiempo, para anunciar adecuadamente el Evangelio al hombre de hoy y entrar en diálogo con la cultura actual (cfr. CIC 248).

DIMENSIÓN PASTORAL

Esta dimensión constituye un punto fundamental en la vida del futuro Sacerdote, de ella dependerá en gran éxito de la labor apostólica, por eso la dimensión pastoral unida a las otras ha de realizarse de manera integral sin descuidar alguna de ellas.

Objetivo: formar verdaderos pastores de almas, a imagen de Jesucristo, cabeza, pastor, siervo y esposo de la Iglesia.